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Ésta es una anécdota que para llegar a entenderla realmente, tengo que haceos saber ciertas peculiaridades: con la llegada a la universidad un alto porcentaje de los jóvenes se dedican a sacarse el carnet en el primer o segundo año de carrera, normalmente durante el verano, cosa que yo hice y de la que estoy orgulloso. Pues bien, llevaba 2 años estudiando en Madrid con carnet de coche, pero como la mayoria de nosotros, sólo era un pedazo de carton rosa que nos servía para conducir vehículos ajenos, ya que por mucho que insistí e insistí en mi necesidad de tener uno, mis esfuerzos fueron en vano. Fue entonces cuando me mude de la residencia en la que estuve dos años a un piso en el pueblo por primera vez, excusa perfecta por la cual conseguiria agenciarme con el coche de mi madre. Fue un verano divertido el previo a mi nuevo curso como estudiante, pero sin embargo desconocía lo que transcurriría en el maldito mes siguiente de Septiembre...A finales de Agosto, como todo buen estudiante, acudí a realizar los examenes de las asignaturas pendientes (en mi caso la mayoría), emocionado por llevar mi propio coche por primera vez al pueblo: "ahora las nenas iban a flipar" pensaba yo inocentemente.Al llegar a mi nuevo hogar me encontre con un mar de coches aparcados frente a mi casa: "¿pero qué pasa aquí?" me pregunte, resultando ser un vivienda próxima a la explanada donde se realiza anualmente la feria, con lo que tuve que aparcar en mi propio vado permanente al no exisistir un sitio libre en todas las manzanas de alrededor.A la mañana siguiente, la primera noticia de mi coche: "Multa por estacionamiento, 90€", vaya hombre... qué mala suerte pensareis.Sin darle más importancia a la noticia, pagué la multa rápidamente reduciendo así su valor.En esa misma semana, mientras me dirigía a comer al Burger King como rara vez hace un estudiante, un loco se salta un "ceda el paso" y me golpea en el lateral: "¿Pero como me puede estar pasando esto amí?" suspiraba; al bajar del coche mi amigo del coque lateral me comunica que no es el dueño del coche y que no tiene papeles, pero como los daños fueron mínimos simplemente lo deje pasar...En menos de una semana y con el resquemón de no estar teniendo cuidado con el coche, me dispongo a comprar la dieta básica al supermercado, y sin venir a cuento, escucho una especie de silbido que parecía proceder de fuera del automovil; al abrir la ventanilla comprobé que con algún cristal se me había rajado el neumático: "¡me voy a cag$#% en la p#t* con el p&t$ coche!" tuve que gritar mientras salía del coche y aparatosamente cambiaba una rueda por primera vez en mi vida.A la tercera semana de mi llegada a Madrid y con un cabreo considerable por los acontecimientos anteriores, suena mi telefono móvil con la peor de las llamadas posibles: "Niño, ¿te parece normal que nos llegue una carta con una multa por exceso de velocidad? Como vuelva a llegar otra te olvidas del coche, el carnet y todo lo que se nos pueda ocurrir ¿me entiendes?" protestaba mi padre mientras me explicaba que un radar había saltado en mi viaje al pueblo al ir a 153km/h... Después de esto ya todo parecía de risa, no habian pasado ni 3 semanas y ya había tenido 4 problemas con el coche... era lamentable, aunque no lo peor que aun estaba por llegar...En mi cuarta semana de conductor, había terminado una de mis clases de universitario (a las que siempre nunca falta un responsable estudiante como yo) cuando uno de mis compañeros comento: "Por fín me van a devolver el carnet de conducir; el año pasado me pararon cuando íba borrachisimo". Pues ya os podeis imaginar como acaba esta historia... esa misma noche se celebraba una fiesta en casa de mis amigos en la que el ingerir alcohol era casi exigido por el tipico ambiente varonil característico de españa, y al salir de aquella fiesta mi cuerpo ya no respondía: mi casa se encontraba sólo a un par de calles de allí, podía irme a dormir y acabar con aquella pesadilla con un cálido sueño en menos de 10 minutos... pero cuando la mala suerte la toma con uno, no hay quien se escape; ni si quiera había terminado la primera avenida cuando veo tras de mí una luz de discoteca que parecía seguirme: la policía local. Tuve que realizar forzosamente un test del alcoholemia el cual sobrepasé al ser aun novel con el carnet y me llevaron detenido a la comisaría cercana.Despues de toda esta paradoja, pensé que igual no era el momento de tener un coche propio en Madrid, y aunque también fue forzosamente, sentí la necesidad de desprenderme de tan preciado objeto: una multa por exceso de velocidad, una multa de aparcamiento, un golpe lateral sin sentido, una rueda pinchada y 8 meses de retirada del permiso con sus consecuentes antecedentes penales... todo un fiera del asfalto.
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